MelancolÃa...
Nadia creyó que no podrÃa aguantarlo más y tomó la decisión más fácil: quitarse de en medio. TenÃa un bote de pastillas sobre la mesilla de noche, se sentó sobre la cama y lo miró con melancolÃa. No podÃa tomar otra decisión, él ya no querÃa saber nada más de ella. La habÃa dejado por otra, no se lo habÃa dicho directamente, pero eso era algo que ella sabÃa perfectamente. No pudo evitar que la imagen de él regresara a su mente. Su cuerpo musculado, sus manos grandes que la sostuvieron tanto tiempo... Sus ojos grises tenÃan un extraño brillo aguado antes que se marchara, sin embargo, él retuvo las lágrimas para después marcharse, dejándola allÃ, sola en la habitación. No lo volverÃa a ver más, a pesar de sus deseos. Por eso tomó el frasco de pastillas y desenroscó la tapadera. Dejó caer, con suma lentitud, varias pastillas en su mano derecha. Las observó con detenimiento. Dudó un sólo instante, dudó si tomárselas o, simplemente, dejarlas sobre la mesa y echarse a dormir... El probl